El puente invisible

El puente invisible

Author:Julie Orringer
Language: es
Format: mobi
Tags: Novela dramática
Published: 2011-01-19T23:00:00+00:00


Capítulo 17. La sinagoga de la Victoire

Habría dado cualquier cosa por pasar el Rosh Hashaná en Konyár aquel año: ir a la sinagoga con su padre y Mátyás, comer pastel de miel en la mesa de su madre, salir al huerto y apoyar una mano en el tronco de su manzano favorito, cuya copa había sido siempre su refugio cuando estaba asustado, se sentía solo o triste. Sin embargo, se hallaba en su buhardilla de la rue des Écoles, a punto de cumplir su primer año en París, esperando a que llegara Polaner para ir juntos a la sinagoga de la rue de la Victoire. Habían transcurrido cuatro semanas desde la última vez que hablara con Klara. Y mientras el año judío se aproximaba a su fin, toda Europa parecía pender de un hilo sobre un abismo.

En cuanto volvió a tomar conciencia de la realidad después de regresar de Niza, en cuanto leyó las cartas que le esperaban y echó un vistazo al habitual fajo de periódicos, recordó que en Europa pasaban cosas peores que la negativa de Klara Morgenstern a confiarle los secretos esenciales de su historia. Hitler, que había incumplido el Tratado de Versalles con su anexión de Austria la primavera anterior, ambicionaba ahora la región fronteriza de Checoslovaquia, la barrera montañosa de los Sudetes, con sus fortificaciones militares, sus fábricas de armamento, su industria textil y sus minas.

«¿Qué opinas de la nueva locura del canciller? —había escrito Tibor desde Módena—. ¿De verdad cree que Gran Bretaña y Francia se quedarán de brazos cruzados mientras despoja la última democracia de Europa central de todas sus defensas? Será el fin de la Checoslovaquia libre, de eso podemos estar seguros.»

De Mátyás llegó una carta de indignación, una protesta de colegial contra el revisionismo geográfico de Hitler: «¿Cómo puede pedir el “retorno” de los Sudetes cuando nunca perteneció a Alemania? ¿A quién cree que está engañando? Cualquier alumno de secundaria sabe que Checoslovaquia pertenecía al Imperio austrohúngaro antes de la Gran Guerra». Andras le respondió por carta que el gobierno húngaro probablemente estaba involucrado en los planes de Hitler, ya que Hungría tendría la posibilidad de recuperar su territorio perdido si Alemania se apoderaba de los Sudetes; la palabra «retorno» era una incitación para cualquiera que pensara que su país se había visto perjudicado en Versalles. «Pero al menos has prestado atención en la escuela —escribió—. Quizá al final consigas el título de bachiller .»

Los periódicos de París dieron más información a medida que se desarrollaban los acontecimientos: el 12 de septiembre, en su discurso de clausura en la asamblea del Partido Nazi en Nuremberg, Hitler amenazó con el puño levantado y exigió justicia para los millones de habitantes de origen alemán que vivían en la región de los Sudetes. Se negaba a permanecer de brazos cruzados viéndolos oprimidos por el presidente checo Beneˇs y su gobierno. Unos días después, Chamberlain, que nunca había subido a un avión, voló al refugio de Hitler en las montañas, en Berchtesgaden, para hablar de lo que ahora todos denominaban la crisis de los Sudetes.



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